La sequía, la energía hidroeléctrica y termoeléctrica, los embalses que surten de agua a Caracas, los racionamientos, la deforestación, la conservación de los recursos renovables y no renovables, y demás yerbas aromáticas son los temas del día que nos atosigan y nos mantienen sedientos. Quienes hayan vivido en Caracas, por lo menos, en los últimos 50 años saben y les consta que nada de esto para los caraqueños es nuevo. Recuerdo que en la Semana Santa del año 58 había en Caracas un fuerte verano y desde hace muchos años uno oyó hablar en Caracas del bombardeo de las nubes. El Fenómeno del Niño, el calentamiento global y la crisis energética están de moda. Las dos primeras calamidades son causadas por el modelo capitalista destructor y la crisis energética es un asunto propio sobre el cual el Gobierno ha asumido su responsabilidad, ha reconocido lo que tenía que reconocer y en definitiva agarró a tiempo el toro por los cachos.
La sangre no llegará al río, eso esperamos a despecho de la oposición que por tumbar a Chávez quisiera que Venezuela pasara por cualquier desastre.
Qué es lo nuevo en todo esto. Sin duda alguna, que la llamada crisis energética en un país petrolero. Como decir, la crisis de la cafeína en un país cafetalero, la crisis del azúcar en un país productor de caña, la crisis de la nicotina en un país tabacalero o la crisis hotelera en un país con una industria turística desarrollada. En el año de la pera, el querido camarada Francisco Arrietti no descansaba de predicar sobre la necesidad de estudiar, investigar y comprender a fondo el problema petrolero y ponía como ejemplo el instinto de poder que tenía Rómulo Betancourt asociándolo a su obra “Venezuela Política y Petróleo”. Decía Arrietti que en un país petrolero la esencia de todo estaba en dominar hasta la médula los secretos de la industria petrolera. Como en un negocio que vive de la venta de cambures su dueño tiene que conocer todos los detalles relacionados con esa fruta para poder tener éxito.
Energía y petróleo son las claves para comprender y descifrar el futuro de Venezuela. Estamos hablando de la Venezuela socialista que es el único futuro de Venezuela. Ahora cualquiera que sea el camino para llegar a ese destino tendrá el sello de la energía y el petróleo, querámoslo o no. La selección de Alí Rodríguez por el Presidente para atender el tema de la energía no ha podido ser mejor pero no es suficiente. Se requiere mucho más que la simple reparación de errores. Si queremos llegar al fondo del problema hay que hacer una revolución dentro de la revolución en materia de energía y petróleo. De la capacidad de transformación del sistema, dependerá el resultado final de la revolución.
Sergio Briceño García
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