martes, 9 de febrero de 2010

La ética socialista y las aspiraciones personales para ocupar cargos de representación popular.

La oposición capitalista y proimperialista en Venezuela carece de un líder y pronto presenciaremos una pelea a cuchillo por sus candidaturas a la Asamblea Nacional. En el campo de la revolución bolivariana no puede pasar lo mismo y el Presidente Chávez tiene que tomar el toro por los cachos. Los vicios comunes de la práxis electoral en la democracia burguesa son una tentación irresistible para nuestros políticos. El sólo hecho de aspirar a un cargo de representación popular es, a mi juicio, una debilidad en la formación ideológica. El afán por figurar tiene una carga esencial de individualismo que no tiene nada que ver con la conciencia socialista. En una revolución cada quien ocupa el lugar que le asigna la dialéctica del proceso y es ésta la encargada de visualizar, descubrir, identificar y señalar donde el revolucionario es más necesario para cumplir el objetivo transformador. La aspiración personal además de no nacer del sentimiento colectivo conduce a perversiones inevitables como son la búsqueda de seguidores y la organización de camarillas que devienen en la degeneración de las tan criticadas mafias políticas con sus detestables prácticas de negociación, chuletas y zancadillas. Para el político que no tiene profundas convicciones revolucionarias todo ésto es perfectamente normal y en polílitica todo se vale.
Amanecerá y veremos. Apostemos a una Asamblea Nacional con, por lo menos, las dos terceras partes de diputados revolucionarios capaces de sacrificar las prebendas, los beneficios y los privilegios personales en función de los intereses máximos del cambio histórico.
Profesor Sergio Briceño García.

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