domingo, 19 de septiembre de 2010

EL BOLÍVAR (1783-1830) DE MARTÍ (1853-1895)

El Bolívar de Martí
Sergio Briceño García*
Uno pudiera decir, para expresarlo con una manifestación humana y única del Apóstol, que el Libertador para Martí fue lo que éste sintió cuando llegó a Venezuela y corrió a la plaza de Caracas donde se erige la estatua ecuestre de Simón Bolívar. Este sentimiento en forma autobiográfica lo dejó escrito Martí en “Tres Héroes” de la Revista “La Edad de Oro” escrita para los niños y niñas de nuestra América. Martí lloró frente a la estatua de Bolívar en una afirmación de su veneración, admiración, devoción y respeto al Libertador.
Ese acto sublime, ocurrido el día 21 de enero de 1881 en la plaza Bolívar de Caracas donde el joven cubano de 28 años ya consagrado y conocido por su labor patriótica e intelectual rindió honores al Bolívar que llevaba por dentro, fue la constante de su obra americanista y de su acción ejemplar durante toda su vida. La obra política de Martí está impregnada del pensamiento bolivariano. De esa manera Martí, con su genio creador, reivindicó al Bolívar insurgente, revolucionario y continental que ya había sido olvidado después de su muerte. Sus enemigos de la oligarquía, habían enterrado su gloria y el pensamiento bolivariano se encontraba tergiversado con toda clase de calumnias y falsedades.
En su empeño por borrar al Bolívar revolucionario de la memoria colectiva de su pueblo las clases dominantes también impusieron el olvido en Venezuela del José Martí bolivariano quien durante su corta, pero fructífera, estadía en Caracas había logrado niveles inusitados de popularidad y dejó una profunda huella en el conocimiento literario de la intelectualidad venezolana. Uno se queda pensativo cuando puede constatar cómo en algunos periodistas venezolanos, en muchos estudiantes universitarios y hasta en los empleados de las librerías la gente dice José Martín en vez de José Martí para referirse al libertador de Cuba. En mi humilde opinión la confusión viene por José de San Martín, libertador de Argentina a quien por cierto el genial escritor cubano distinguió como uno de los tres héroes, junto a Bolívar e Hidalgo, el libertador de México, en su obra antes mencionada.
Fue el Comandante Presidente, Hugo Chávez Frías, quien nos devolvió a los venezolanos al Bolívar y al Martí que la burguesía y el imperialismo continúan ocultando en sus medios de comunicación, en las universidades privadas, en algunas públicas, controladas por la oposición, y en el negocio capitalista de los libros. Esa es la realidad, el pueblo venezolano ha venido a conocer a Bolívar y a Martí ahora con la prédica bolivariana del presidente Chávez y en la práctica con las misiones socialistas concretadas por los convenios entre Venezuela y Cuba.
Los venezolanos tenemos que agradecerle a Martí, el intelectual de América Latina y el Caribe, con más proyección universal a finales del siglo XIX, por haber defendido y engrandecido a nuestro Libertador, no solamente con sus elocuentes y generosos discursos como el pronunciado en Nueva York el 28 de octubre de 1893 sino también por haber desarrollado y continuado la doctrina bolivariana en el concepto de “Nuestra América” que constituye su ensayo político fundamental y es la raíz principal de la revolución Cubana y latinoamericana.
Por qué lloraba Martí frente a la estatua de Bolívar, él mismo lo dice: “El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre…” para después terminar sentenciando: “Bolívar murió de pesar del corazón, más que del mal del cuerpo, en la casa de un español en Santa Marta. Murió pobre, y dejó una familia de pueblos.”
Podemos decir sin temor a equivocarnos que Martí conoció la obra de Bolívar de la misma manera como la ama y la quiere Chávez dedicado a construir el socialismo con el pensamiento bolivariano. Las cosas afortunadamente para los pueblos han cambiado radicalmente, si Martí volviera a Caracas, y lo hace ahora con sus hijos, sus herederos presentes en las misiones socialistas cubanas, en vez de llorar sonriera de alegría, frente a la estatua de Bolívar , al comprobar que nuestro Libertador resucitó en el alma de los trabajadores y de la gente sencilla por quienes los dos americanos globalizados dedicaron su vida con la espada y con amor.
*Profesor Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí
sergiobricenog@yahoo.com
padreamalivaca.blogspot.com

miércoles, 8 de septiembre de 2010

También en "mi Barrio Adentro"

También en "mi Barrio Adentro"

CHÁVEZ Y LOS ADECOS DEL 45

Chávez y los adecos del 45
Sergio Briceño García *
Sobre este tema mucho se ha hablado pero lejos está de agotarse porque cada quien le acuña su parecer de acuerdo al libre albedrío personal. Para aquellos tiempos yo era un niño de apenas cuatro años y recuerdo, de la mal llamada revolución de octubre, algunos testimonios de familiares comunistas que apoyaban al gobierno democrático de Isaías Medina Angarita y quienes toda la vida fueron adversarios de Rómulo Betancourt, desde los inicios de éste como líder universitario. Mi tío Víctor García Maldonado relataba en sus inolvidables y gratas tertulias que AD antes del golpe a Medina era un partido sin suficiente apoyo popular el cual llegó a caudales en todo el país, poco después, cuando las masas empobrecidas sintieron que habían llegado al poder y ésta ilusión se plasmó sobre todo desde la acción política en las jefaturas civiles de pueblos y caseríos en una sociedad, para entonces, predominantemente rural que adoptó como suyas las banderas populares, antifeudales y antiimperialistas engañosamente enarboladas por los adecos del 45. Por un fenómeno aluvional el partido de Betancourt se convirtió de la noche a la mañana en el primer partido de masas de Venezuela hasta que su decadencia política llevó, cincuenta años después, a esa tolda política, a la degeneración en que actualmente se encuentra, sin porvenir ni futuro y en vías de extinción.
A diferencia de Betancourt, Chávez no llega al poder por la vía del golpe de Estado aunque lo intentó el 4 de febrero. Los adecos una vez posicionados del poder en el 45 obtienen el triunfo electoral más grande en la historia democrática venezolana con la candidatura de Rómulo Gallegos. El mismo Chávez obtiene, con gran apoyo popular, la Presidencia de la República por la vía pacífica seis años después de la rebelión militar del 92. Gallegos cae el 48, sin resistencia popular, a causa del golpe militar encabezado por los aliados de Betancourt en el 45. A Chávez también lo tumban los militares al principio de su mandato, sólo que una gran resistencia cívico militar, con las masas en la calle, lo restituye de nuevo a la Presidencia 48 horas después de su derrocamiento.
Hay cierto momento en la historia dialécticamente comparada de ambos procesos en que Chávez marca distancia y se aleja definitivamente de Betancourt sin dejar ninguna duda sobre la diferencia radical entre su pensamiento y los adecos del 45. Este momento es cuando Chávez decide enrumbar la revolución bolivariana por el camino del socialismo con una ideología completamente alejada del anticomunismo y acepta, sin prejuicios, la validez del marxismo como método de análisis. A partir de ese salto histórico de Chávez hacia el socialismo no hay sino diferencias irreconciliables con el Betancourt del 45, quien habiendo sido un notable dirigente del partido comunista en Costa Rica terminó siendo el más furioso anticomunista en la historia de Venezuela, más que Gómez y Pérez Jiménez.
El salto histórico lo dio Chávez con el pueblo que lo sigue lleno de esperanza y confianza en su líder máximo, aunque mucha gente sencilla no haya estudiado ni comprenda en profundidad los planteamientos teóricos del socialismo. Cuántos de los burócratas del gobierno y del PSUV habrán dado también el salto histórico hacia el socialismo o seguirán siendo cautivados, en su manera íntima de ser, por la ideología predominante en el Pacto de Punto Fijo. Uno tiene sus dudas cuando las cosas que Chávez ordena, planifica, desea, dispone, traza, señala y plantea se quedan, se retrasan, no se cumplen, se engavetan o salen mal. Sobre esta cabuya hay un rollo de nunca acabar.
Una de las formas de resolver los grandes retos que la revolución socialista nos exige es enfrentar cualquier desviación que nos ate a las formulas de la ideología neoliberal del capitalismo. Hay que creer en la capacidad del pueblo para dirigir esta revolución con el comandante Chávez en la primera fila de combate. En algún momento el MVR se pareció mucho al partido de Betancourt en el 45, siempre hay que mirarse en ese espejo y cuando se descubran imágenes que amenacen la proximidad de un proceso degenerativo hay que curarlas sin arrepentimiento.
*Profesor Ex director de la Casa de Nuestra América José Martí
sergiobricenog@yahoo.com
padreamalivaca.blogspot.com